lunes, 7 de diciembre de 2015

EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE.

Hoy no me da la gana hablar muy mal de nada. Hablaré solo mal de una de las dos películas que he visto y bien de la otra, lo que es hasta una sorpresa para mi. 
Dentro del género de terror, el subgénero de los licántropos me da bastante igual, la verdad. Sólo hay que ver la saga "Underworld" para perder toda esperanza. O pensar que la idea que tiene la juventud de hoy en día de lo que es un hombre lobo sea la de los metrosexuales indios de la saga Crepúsculo. Las pelis de hombres lobo no son santo de mi devoción y sólo destacaría un par de la que guardo buen en recuerdo: "Dog Soldiers" y "Un hombre lobo americano en Londres", y no estrictamente de terror, "Yo fui un hombre lobo adolescente" y "Mi madre es una mujer lobo", esta última por pura nostalgia de cuando iba al videoclub con 8 años y le intentaba tomar el pelo a mi madre para que me dejara alquilar películas de mayores. Algunos querrán matarme muy lentamente por no mencionar "La marca del hombre lobo" con Paul Naschy o "Aullidos" de Joe Dante, pero en realidad no es un género que me tome nada en serio,  lo que hace que películas como "Teen Wolf" me vuelvan muy loca.


Echándole valor y ganas me he atrevido a ver del tirón "Howl" y "Wer",  dos películas que no me llamarían nada la atención si no fuera por el nivel de aburrimiento y sopor que suelo sufrir los domingo por la mañana. "Howl" contaba con una premisa tan prometedora como el futuro de Piolín en la NBA: un tren queda parado en mitad de un bosque, plagado de seres sospechosos con ojos amarillos brillantes, cuyo entretenimiento es hacer la vida imposible a los pocos pasajeros que se han quedado atrapados en sus vagones. Si alguna vez Renfe os deja tirados  a la intemperie, recordad que la mayoría de los licántropos son rumanos, así que juzgad vosotros mismos si debéis salir corriendo o guardaros el móvil en el bolsillo. 
No os penséis que "Howl" es un "Serpientes en el avión" y que los bichos peludos se pasean a sus anchas por el vagón cafetería, escondiéndose en el baño para fumar o evitando cruzarse con el revisor para no pagar el billete. En esta película los hombres lobo son unos putos vagos. Se supone que tienen una fuerza sobrehumana pero no pueden abrir las puertas del tren, y cuando lo consiguen, no se molestan ni en correr detrás de la gente, si no que se quedan inmóviles, mirando al infinito, esperando a que alguien les lance un frisbee.

Paul Hyatt, que por cierto es el director de "The Descent" (recomendación máxima desde ya), ha hecho lo de casi siempre,  encerrar entre cuatro paredes a un tropel de extraños super estereotipados y con actuaciones patéticas, para que tengan unas conversaciones tan banales y unos diálogos tan estúpidos que aburren hasta a los propios hombres lobos, que ya estaban cansados antes de ayer. Personajes de patada en la cara, otros que aparecen al principio y no se vuelve a saber nada más de ellos, y alguna que otra patillada que te arranca un ja! y te da tregua para levantarte al lavabo y no volver. La recién bautizada por mi como "Hombres lobo gandules" os puede recordar a millones de películas de gente encerrada en sitios con bichos malos fuera, así que si estáis un poco curtidos en la materia, os va a resultar todo tan previsible como parece. Si bien es cierto que no es una película terrible de las de clamar al cielo "oh, dios mío arráncame los ojos!", hay que agradecer que los momentos más interesantes (contados con la uña de un dedo) se aliñen con algo de casquería fina, lo que no la salva de ser la típica película que podéis dejar de ver en cuanto muere el primer actor, que rompiendo las reglas, no es negro ni se ha tirado a nadie, que se sepa. 
Como anécdota y dato para los freaks a los que les gusta reconocer a actores en otras películas con la misma ilusión del que canta línea en el bingo, decir que uno de los personajes femeninos está interpretado por Shauna MacDonald, la protagonista de The Descent. 

Pero qué cojones he hecho con esta hora y media de mi vida? De saberlo habría empezado empezado por lo que a mi de verdad me gusta, las películas rodadas cámara en mano, las que te hacen potar de mareo y en las que siempre hay una parte rodada con visión nocturna. "Wer" es un una de éstas, un mockumentary, un falso documental para los de pueblo como yo, así que lo tenía todo para llamar mi atención más que un billete de 500 tirado en medio de la calle.

Olvidaros de "Howl", porque  el fondo puede ser el mismo, pero la forma es totalmente distinta y el desarrollo es mucho más pausado y poco habitual, así que hay que meterse de lleno en la trama y tener paciencia, porque la mandanga llega, pero tarda.
"Wer" (abreviatura de Werewolf) plantea la historia de Talan Gwynek, un hombre con manos grandes como cabezas de enano y con mucho pelo, rollo Roberto Dueñas, al que culpan de haber asesinado al padre y al hijo de la familia Porter y haber dejado sus cuerpos que ni para echarlos a los perros. Claire Porter, la madre de la familia y única superviviente, asegura haber visto a un "animal más hombre que animal" atacar a su familia, con lo que el pobre señor enorme, que tiene la desgracia de vivir en una casa en el bosque y tener una enfermedad del metabolismo llamada Porfiria, es acusado de asesinato. Ante tal injusticia de la vida, Kate Moore (pronúnciese candemor), una abogada muy indignada a la par que profesional, junto con un amiguete investigador y un ex-novio especialista en animales raros, deciden hacerse cargo de su defensa. Si no habéis pegado ninguna cabezada hasta este punto bien. A la película le cuesta tanto arrancar como a ellos recopilar datos para el caso, porque tardan lo que dura una temporada entera de CSI en conseguir 4 pruebas de mierda, pero el desenlace de los acontecimientos y las escenas de acción molan tanto que merece la pena pasar por ese trámite. Aunque la acción llega tarde, lo hace para quedarse hasta el final y de repente todo se vuelve extremadamente violento, el hombre alto pone en práctica sus dotes para el arte del Parkour y empieza a repartir estopa a diestro y siniestro, sin cortarse un pelo.


No suelo empatizar nada con los personajes masculinos y me cuesta mucho entrar en una película si no hay helado de por medio, y es que tiene que ser muy jodido meterte en la piel de alguien que tiene pelos hasta en el café con leche y que se pone tonto cuando hay luna llena, pero con Talan tengo que reconocer que he pasado de querer peinarle la espalda y hacerle una colcha de patchwork a desear abrirle la cabeza con un hacha. Y en lo que dura este ir y venir de sentimientos contradictorios, la historia se va liando cosa mala y empieza un bombardeo de información y datos nivel Ramón y Cajal, que si no pones bien la oreja y te lo tomas en serio 
El uso de la cámara subjetiva le saca mucho partido a una película, que sin contar nada nuevo, es una buena reinterpretación de la leyenda del hombre lobo, y es que hay escenas de acción en los que la cámara está situada en los rifles de los policías y parece que estés montando en una montaña rusa detrás de un big foot cabreado intentando arrancarte la cara. Y podría reírme muy fuerte de algunas escenas, y explicar cosas hasta el nivel de gritar a lo Lola Flores "si me queréis, irse" para que no leáis nada sobre la peli y os enfrentéis totalmente vírgenes a ella, pero me lo he pasado tan bien viéndola que ponerme a espoilear sería una putada muy gorda. 

Si me queréis, WERla! xD

sábado, 5 de diciembre de 2015

VÍSTETE COMO PUEDAS.

Esta entrada no viene muy a cuento,  vale.  Mi intención  primera con el blog era la de hablar de películas que me causan verdadero horror, en el mismo tono que usaría si estuviera con mis colegas tomando unas cañas en la terraza de cualquier bar. Pese a los intentos de no hacerlo nada más empezar,  las arcadas me han provocado un regusto a bilis que me ha obligado a dar mi opinión sobre algo que me produce tanto horror como cualquiera de las cosas acerca de las que aquí podréis leer: la puta moda de la ropa fea.

Ya hace muchos años que ir a comprar ropa supone una conjunción de sentimientos encontrados entre la  indignación y la depresión más inmediata. Me da tanto asco como el collar tatuaje ese que se puso de moda a finales de los 90 y que ahora (horror!) se vuelve a llevar.
Es frustrante plantearse el echo de tirarse a la calle en busca de la nada, el vacío, algo que sabes que por mucho que deambules como un Zombie entre percheros y te expongas a pillar un cáncer de piel por la luz cegadora de los probadores, nunca vas a encontrar, porque el horror y el mal gusto invaden las tiendas de ropa igual que el perfume apestoso de la cadena Inditex.

Últimamente la cosa ya ha llegado al extremo de provocarme la arcada nada más cruzar la puerta de según qué tiendas. Entre montones de ropa de combinaciones de colores absurdas y que a primera vista podría ser hasta ponible si te tiras al negro, impera la máxima de "el largo es relativo" y "si no brillas no pillas". Y es que estoy hasta el mismísimo de los crop tops y las camisetas con incrustaciones de pedrería, o que tienen más purpurina que el camerino de Alex Gibaja. Aunque lo intentes, no puedes evitar sacar una percha y que a la camiseta que parecía que molaba le falte la mitad. Y da igual lo que sea, ya se han permitido hasta el lujo de cortar camisas de franela y  sudaderas como si el objetivo único fuera que te asomara media teta por debajo de esa prenda que mi madre usaría para quitar el polvo.

La temática de los crop tops no tiene límites. Igual ves a una niña fan de Gemeliers con un crop top de los Ramones, con letras rosas y mucho brillo brillo, como a una señora que le gusta el potaje, con un símbolo de batman de lentejuelas a punto de explotar y una frase super profunda a la par que cool escrita en Comic Sans. El universo crop top ha llegado a límites inexpugnables y se extiende por las tiendas como una plaga de prendas deformes que se mide en duelo con las lentejuelas y las camisetas con más pedrería que un Ferrari de Swarovski. Ha llegado un punto en que encontrar UNA camiseta ponible es más difícil que pellizcar paredes. Y es que nos vestimos para salir a la calle a hacer cosas de persona sencilla como tomarte algo o ir a trabajar, no para ir a la fiesta del desvirgue de Miley Cyrus.



Por otra parte, existe el gran enigma del tallaje. Me refiero a la puta odisea de comprarte unos pantalones,  o ya no comprarlos, por lo menos meterte en ellos sin miedo a sufrir un derrame cerebral. 
Lo que en algunas tiendas te hace sentir "normal", en otras te hace mutar en una puta ballena con piernas de hobbit, un troll con gemelos enormes por los que no va a pasar ese pitillo con unos rotos en las rodillas que a ti lo único que hacen es enfriarte los tobillos. Tanto cuesta tomar la talla de una persona normal? Me tengo que creer que la gran mayoría de mujeres tienen un largo de pantalón que hasta Gasol tendría que hacerse meter los bajos?  Ha llegado un punto en que he memorizado tantas equivalencias de tallas que no sé si voy a probarme unos pantalones o a resolver una ecuación de segundo grado. Total, para que a media cadera no suban o metas la pierna por los veinte rotos que tiene y que ya son zanjas, de tantas que se los han probado, y cuando te los has metido, si es que aún te llega la sangre al cerebro, te agaches y se te vea íntegra la raja del culo, y la cintura del pantalón da la vuelta y se junta con tu calmel toe. Super talle bajo lo llaman. Yo lo llamo pantalones de mierda.

Y si hablamos de las modas absurdas que han ido pasando desde que tengo memoria ya me quedo sola. Este invierno se llevan las bufandas manta., con estampado de manta de cuadros y tamaño manta de sofá. Me meo. Ves a las chicas por la calle envueltas en eso que ellas creen que son bufandas de cuadros gigantes, a lo Lenny Kravitz con su alfombra para el cuello, pero eso sí,  sin chaqueta, porque debajo de la manta deben llevar camuflado un brasero o una estufa de butano que funciona a base de tus propios pedos. Y lo peor es que esas son de las que se reían del mejor invento de la historia, la batamanta. Se ha extendido hasta tal punto la moda de la bufanda-manta,  que ya las venden hasta en el Lidl.
Y las botas "quiero que sea verano en invierno"?  Esas botas con suelas de goma que parecen cemento armado, que tienes que tener unos músculos superdesarollados para poder pisar sin parecer coja, llenas de hebillas y cierres imposibles,  que necesitas una llave Allen cada vez que te las quieres quitar, pero ojo! que llevan medio pie al aire para darle un rollo moderno y ergonómico. El súmmum de la estupidez. Y la moda de mezclar estampados étnicos y hippies con emoticonos del whatsapp, unicornios y grumpy cats?  Es como si se hubiese jugado un partido de futbol en el que la pelota es una boñiga de mierda,  con mucha purpurina y pedrería claro, y el mal gusto hubiese ganado por goleada.
Y es inevitable a veces subirse al carro de lo que está de moda y caer en las redes de la porquería, dejarse llevar por la aberración de los pantalones sobaqueros, los shorts metidos por el ojete y las camisetas péplum que le quedan bien a un ser humano de cada mil, aunque gracias a gente que se lo curra, todavía hay algo de esperanza. 

Pero no todo es malo y a veces Satán está de tu lado. Te acuerdas de cuando hace 15 años pediste aquel deseo a esa estrella fugaz mientras chamuscabas malvaviscos al calor de una fogata? Yo no. 
A veces hay algo que te gusta, y por alguna razón que escapa a la lógica, lo hay de tú talla (que nunca sabes exactamente cuál es), pero eres tan gilipollas que no te lo compras. Crees que no te hace falta, cuando tienes el armario con más espacio que una película de Star Trek. Ya vendré otro día, dices. Pasan los días y decides volver a la tienda, que está tan lejos como Groenlandia, a una hora y media de camino, en la que vas pensando lo mona que vas a estar con esa mierda de mala calidad que te va a costar menos de 20 euros. Esta noche lo vas a pesar y encima te sobra pasta para cubatas. Nada puede salir mal. Pero era inevitable, llevas escrito loser en la frente con tinta invisible, o te giras y hay un crop top con brilli brilli que te recuerda que alguna "barbie bitch" puede llevarse esa ropa con sólo mirarla de reojo u olerla desde la puerta. Y da igual si le iba 4 tallas grande, con la excusa de las maxi cosas (otro invento que me tiene loca), conseguirá hacer de un saco de patatas un "maxi" vestido. Y te engañas, te comes tu mierda penosa y te empiezas a creer la gran mentira de que en realidad te hacía menos falta que unos leggins color carne, que como todo lo horrible, acabarán poniéndose también de moda.




miércoles, 2 de diciembre de 2015

OH, SOMEBODY KILL ME PLEASE.



La pasiflora no os ayuda a conciliar el sueño? Os tomáis 6 cafés al día y cuando os metéis en la cama no sabéis si iros de fiesta o haceros unos crucigramas? No hay problema, para eso existen unas películas "anestésicas" que hacen que vuestra mente salga del cuerpo casi al mismo tiempo que se cargan los subtítulos del VLC Player y os quedéis inconscientes al momento. Ilusa de mi, pensaba que "Naomi and Ely's no kiss list" era una de esas películas, pero como de costumbre, mi cuerpo me tendió una trampa de mierda.

Naomi y Ely ( Ilai para los amigos que saben pronunciar chachi) son dos colegas de toda la vida que se aman con locura. Tienen un rollo de mierda muy raro porque parece que sean novios, pero lo único que quieren es casarse "como amigos" en un lugar secreto lleno de guirnaldas y luces de navidad fuera de temporada. Ella es una dramas de la vida a quien el destino le dio una patada en la cara cuando su padre decidió pirarse a jugar a los médicos con otra, que resulta que es lesbiana y que no es otra que la madre de Ely. Por si la relación entre los dos coleguis no podía ser más ideal, además de estar super buenos y caerle bien hasta el vagabundo que pide debajo de su casa, son vecinos y viven en un apartamento de NY de puta madre. Mientras ella se comía los mocos en el patio del colegio y él se aburría viendo como todos sus amigos levantarle la falda a las niñas cuando en realidad lo que quería era jugar a gladiadores, los dos hicieron una lista sagrada con los nombres de aquellos chicos a los que ninguno de los dos podría nunca besar y que a día de hoy, mantienen como un decálogo de la amistad que parece que les una por la cabeza, rollo siamés. Osea, que tienen una lista de mierda con nombres de tío a los que no les pueden comer el boquino ninguno de los dos, el colmo de la cursilería máxima.


Naomi la pobre, que no tenía suficiente con ser virgen a su edad, se ha echado un novio freak, quien lleva siempre una cámara de Super 8 para inmortalizar en todo momento su belleza (puagg!), al que le da vergüenza besar en público, pero de vez en cuando se hace la guarra y le pone ojitos al conserje de su edificio, Gabriel, un tipo que se presupone que es super cool sólo porque tiene una guitarra y toca en una banda. A veces (dos, para ser exactos), ella hace como que va a la Universidad donde se hace amiga de una negra, por lo de ir de multiculti y que le pase los apuntes. Tópico, tras tópico, tras tópico...Vamos, que es patético. Ely por su parte, es un picaflor al que no se le conoce oficio ni beneficio y que está todo el puto día de juerga en antros en los que sólo puedes entrar si estás en su lista. El resto del día lo pasan comiendo cupcackes y pidiendo cafés para llevar en cafeterías super cuquis y siempre van vestidos como si fueran las hermanas Olsen, pese a que ella no tiene ni para pagar la factura de luz. Claro que ni se le pasa por la cabeza buscarse un curro hasta casi el final de la peli, cuando se da cuenta de que su familia esta totalmente desestructurada desde que el padre las abandonó por la bollera del 4º izquierda. 

Hasta aquí todo ideal de la muerte, vomitan arcoiris, hablan de cosas banales y, como no, van a tiendas de segunda mano a probarse trapitos "talla única". Pero el drama llega cuando al novio de ella no se le ocurre otra cosa que irse a casa de Ely a hablarle de lo mucho que le gustan los cómics de los X-Men, sabiendo que eso nunca falla. Qué pillo! 
Y lo demás pues os lo podéis imaginar. Ella se indigna y llora por los rincones como la Zarzamora y le hace la cruz al pobre Ely, que como actor es un insulto a la profesión, pero tiene una tableta y un pelazo muy a lo Mark Vanderloo.  Dejan de hablarse y ella, inevitablemente, se lía con Gabriel, que es un moñas y bien se lo demuestra grabándole unas cintas de cassette con sus canciones favoritas, a lo que ella se ríe en su puta cara llamándole antiguo, ósea vintage "porque eso es muy de los 90". A todo esto, ella continua siendo virgen, claro.

En general, es todo como muy molesto y hasta ofensivo, no hay quien se crea nada y lo peor es que la historia está tan manida que Jennifer Aniston bien podría reírse en su puta cara todo el rato asomando la cabeza desde cualquier esquina a lo troll. Si encima lo regamos todo con una banda sonora infumable de canciones indies que no conoce ni su puta madre y que no dejan de sonar hasta cuando están hablando, esta mezcla de tonterías convierte una película como "La boda de mi mejor amigo" en una obra maestra.  Y lo peor es que la premisa ya era pésima de por sí, una lista de chicos a los que no besar...claro, que ella es virgen toda la peli, así que todo es mierda. 


martes, 1 de diciembre de 2015

NO ESCAPE, HÁGASE UN FAVOR.

La primera entrada del blog se la voy a dedicar a una película que va a pasar sin pena ni gloria por la historia del cine, por mi vida y por la carrera de Owen Wilson y Pierce Brosnan, ambos actores de este Blockbuster que para muchos puede ser una película de terror y que a mi me produce verdadero horror de mierda. 

La trama de "No Escape" (Golpe de Estado / 21015 ) arranca con una familia norteamericana ideal con dos niñas ideales, que se muda a un país del sureste de Asia, vamos a llamarle Tailandia, para que el papá Jack Dwyer (Owen Wilson) ejerza allí su trabajo de ingeniero para una gran empresa de aguas. Tanto la madre como las niñas parece que tienen las mismas ganas de mudarse que de beberse un litro de lejía, pero como son todos tan ideales nada puede salir mal. Hasta aquí, vacaciones en Tailandia todo incluido, super amazing.
Las cosas se ponen feas cuando poco antes de aterrizar, unos indignados comunistas deciden dar un golpe de estado y cargarse al primer ministro del país, quien se encontraba en negociaciones muy serias con un señor de traje con mucha pinta de occidental. Casualidades de la vida, Owen Wilson trabaja para la empresa del señor muerto del traje, tal y como luce una pancarta de bienvenida en el hall del super hotel en el que se van a alojar y que se va a convertir en una especie de matadero que ya le gustaría pillarlo a Leatherface un día de fiesta. A todo esto, ellos llegan a Tailandia, se hacen colegas de Pierce Brosnan, que iba con ellos en el avión y quien, casualidades de la vida, se aloja en el mismo hotel que ellos. 

En cuestión de horas todo se empieza a ir a la mierda a una velocidad alarmante y empiezan a ser conscientes de que están en el tercer mundo: no hay internet, la televisión no funciona y encontrar un periódico en inglés es toda una odisea. Así que Owen Wilson se echa a la calle en busca del New York Times, sin Google Maps, porque la super-tecnología americana allí no funciona, y en su empresa de la hostia no le han dado ni un puto teléfono móvil! sólo lleva un mapa de mierda que encima pierde por el camino, el muy gilipollas. Cuando pensaba para mis adentros que no se puede ser más loser, se da de narices con una horda de rebeldes que se han echado a la calle armados con machetes, metralletas y palos con pinchos a la caza de todo el que tenga pinta de no estar laboralmente explotado, sea policía o un poco más rubio de lo normal. Y aquí ya sí que empieza la rave contra lo foráneo.

Wilson encuentra un periódico, pero resulta que es de hace tres días (biggest loser ever) así que no se entera de qué va la cosa y se ve en medio de todo el follón con un periódico caducado y esas pintas de guiri, vamos, que tiene menos futuro que un espía sordo. Evidentemente el tío vuelve a por su familia y se encuentra el hotel sitiado por todos los indignados, que se dan cuenta enseguida de que el tío les está espiando y van a por él, porque claro, han visto su foto en la pancarta del hall y eso le convierte en su único objetivo y deciden que la van a tomar con él toda la película. A todo esto, los malos tienen tanques, helicópteros y un cabecilla super feo de los que dan miedo de verdad, como debe ser. Por su parte, Pierce Brosnan, que había llegado a la isla para irse de putas y ponerse hasta el culo de peyote en cualquier antro lleno de Sida, sólo ha aparecido dos minutos cantando en un karaoke.

Empiezan entonces una sarta de animaladas muy jevis que convierten a Owen Wilson y a su familia en una especie de "Los increíbles" (la peli de Disney/Pixar en la que una familia tiene superpoderes), que se vienen arriba y empiezan a saltar tejados, a esquivar balas y hasta a pasar por el medio de la peña chunga disfrazados con unos pañuelos y unas gorras como si fueran los reyes del despiste. Por lo visto los indignados están tan enfadados que se vuelven tontos de golpe y no ven a una familia de 4 montados en una moto que circula a 10 km por hora pasando por en medio la multitud, en dirección contraria y disimulando muy fuerte, vamos, que sólo les faltaba silbar. Tal vez habría que aclarar que el director también lo es de "Quarantine", el remake de "REC", y a lo mejor éste no sabe diferenciar entre infectados y filocomunistas.



Sin saber cómo, porque yo no me lo explico y aquí ya estamos en nivel fantasma experto,  llegan a una arrasada embajada de Estados Unidos sin que nadie les rechiste, de dónde tienen que salir por patas porque la facción inteligente de los malos, se da cuenta de que no son autóctonos. Y al doblar la esquina...aparece Pierce Brosnan! Pega cuatro tiros a los Chuck Norris y se carga a 8 tíos sin parpadear. Porque lo que nadie sabía es el que el tío es agente de la CIA. Carcajadas mil. Y ahí ya no entendí si es que el tío estaba allí infiltrado para protegerles o es que simplemente se había ido de vacaciones para ponerse hasta el culo y todo había sido una dulce coincidencia del destino. El irlandés se saca de la manga un plan para que puedan escapar por el río hacia la frontera con Vietnam, dónde estarán totalmente a salvo. Todo el mundo sabe que cuando llegas a una frontera huyendo de un país en pleno conflicto armado, te dejan entrar sin preguntarte nada y te dan unos besitos para reconfortarte y una batamanta. Para sorpresa de la familia y mi alivio propio, a Pierce le pegan un tiro y le atropella un camión -insertar aplauso aquí-, y una vez más tienen que buscarse la vida, uno, para llegar al río y dos, para encontrar un barco. Venga, que está chupado y encima ahora se pone a llover. 


Recordemos que están en una parte de Asia random en la que no han estado en la puta vida y sólo tienen un periódico caducado, pero si asomas la cabeza por cualquiera de sus calles, se ve un río a lo lejos. Acaso creíais que les iba a salir algo mal? Con la flor en el culo yo también esquivo balas. 
Después de tanto ir y venir la cosa tiene  pinta de acabar bien, as usual. Y a todo esto, Owen Wilson sólo se ha cargado a un pobre tío y ya ni me acordaba! No podría haber sustraído una metralleta al principio y haberse abierto camino a tiros? Haría ya 5 horas que estarían en Vietnam tomando un desayuno continental en batamanta,  y seguramente a Brosnan nunca le habría atropellado un camión. Pero claro, eso sería rebajarse a su nivel y es mejor ir de primo que convertirte en alguien tan malo como ellos. Qué imagen iba a darle a sus propias hijas que llevan viendo cadáveres, tiros en la sien y machetazos desde que pusieron un pie en este país asilvestrado y lleno de indígenas? En este punto yo sólo estaba deseando que el río estuviera lleno de pirañas y la barca estuviera agujereada como un queso gruyere, o que no hubiese barca y que ninguno de ellos supiera nadar. Porque que trabajes en una empresa de cosas del agua no quiere decir que necesariamente sepas nadar. No se puede empatizar menos con una familia que las está pasando tan putas, debe ser que soy mala persona o que en esta peli todo es mierda.